Nubes de octubre by C. A. Ortega

Nubes de octubre by C. A. Ortega

autor:C. A. Ortega
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Novela
publicado: 2015-10-14T22:00:00+00:00


ΩΩΩΩΩΩΩΩΩ

Llegamos al pueblo mucho antes de lo que pensábamos gracias a que Pablo comenzó a dar la turra a media mañana. Como recompensa por el calvario sufrido, Pablo me invitó a tomar unas cañas al bar. Acepté la oferta con falsa desgana y nos dirigimos a la taberna de Maite. Si supiese que había sido una de las mejores mañanas que había pasado en la montaña… Mejor me ahorraría ese detalle y le dejaría pensar que su presencia me había fastidiado la jornada. Era verdad que había estado algo nerviosa sobre todo cuando a Pablo le dio por sentarse a dos milímetros de mí con la cara prácticamente rozando la mía, pero después del domingo que pasamos debajo del sauce me sentía mucho más tranquila en su presencia. A pesar de ello, había seguido con mi estrategia de evitarlo durante toda la mañana (ya casi por costumbre). Solo conseguí mantenerle la mirada cuando, sin querer, me lo eché encima; casi me muero de la impresión, pero salí airosa del paso, o eso quería creer. Con todo, tenía que confesar que cada vez se me hacía más difícil mantenerme fuera del alcance de Pablo. Había estado pensando mucho en él en las últimas semanas y no quería que lo nuestro pasase a mayores si no estaba segura de lo que ambos buscábamos. Bueno, igual eran todo imaginaciones mías y Pablo no buscaba nada. Quizás era simpático con todo el mundo y yo me estaba haciendo una película que no era. Fuese como fuese, yo no estaba dispuesta romper mi regla de oro. Era verdad que Pablo no era compañero de trabajo ni nada que se pareciese, pero en unos meses yo me iría de Asturias y no quería quedarme enganchada a una historia sin futuro.

Iba ensimismada en mis pensamientos y no vi que Oihane y a Paula estaban jugando en la plaza. Había conseguido hacerme amiga de las niñas y no desaprovechaban ni un momento para hacerme un interrogatorio sobre qué pasaba en la montaña.

Al vernos, no dudaron ni un momento en acercarse a ver qué habíamos estado haciendo.

—¡Alex! —gritaron las dos al unísono, mientras se acercaban corriendo.

Se nos echaron encima en un segundo hablando a la vez y contándonos algo sobre el colegio.

—Vale, vale, más despacio —les sugirió Pablo, haciéndoles señales de calma con las manos.

—Que hoy en el cole… —repitió Paula, en tono de fastidio, mucho más calmada—, hemos estado hablando de la conservación de los bosques.

—¿En serio? —le animé a seguir.

—Sí, le hemos dicho a la señorita Carmen que teníamos una amiga que estudiaba los lobos —señaló Oihane con orgullo.

Sin dejarme tiempo a responder ya volvió a hablar Paula.

—Le hemos dicho que tú podrías venir a hablar sobre los lobos al cole —confesó, agarrándome la mano mientras daba saltitos a mi alrededor con cara de pena—. ¿Vendrás, no?

—Pues, no lo sé —confesé, mirando a Pablo con cara de duda.

Este me hizo un gesto afirmativo confirmando que le parecía una buena idea.

—Bueno, con una condición.

—¿¡Cuál, cuál!? —gritaron alborotadas.

—Tiene que venir Francisco conmigo.



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